La Caverna Blaugrana

20.07.2020

Son días aciagos en Can Barça. La venta de Arthur Melo a la Juventus y la llegada de Pjanic al conjunto blaugrana, han sido la gota que ha colmado el vaso y la puesta en entredicho de la gestión por parte de la directiva culé. Una burbuja que, tras la marcha de Luis Enrique, ha ido creciendo y ha terminado por explotar tras una temporada irregular y la actual política de fichajes.

Dicha situación, la podríamos comparar con el mito de la caverna del filósofo griego Platón. El fuego de dentro de una cueva va produciendo sombras en la pared las cuales, son observadas por unos prisioneros atados de pies y manos. Esas figuras envuelven de ignorancia a los susodichos creando en sus mentes, una falsa realidad. Su verdadera realidad. La que han estado viendo toda su vida en la penumbra de la cueva. Cuando al fin, uno de ellos consigue escapar de las cuerdas de la necedad y sale de la cueva; consigue observar la verdadera realidad y deja atrás la oscuridad para adentrarse en la luz del conocimiento.

La directiva culé ha estado encargándose de avivar, estas últimas temporadas, un fuego manipulador para crear una falsa realidad falaz al aficionado. Encubrir la verdadera realidad de la situación que está viviendo el Barça. Dicha realidad sería el equivalente a la actual política de fichajes del club. Grandes desembolsos de dinero para incorporar a jugadores "franquicia" como Coutinho, Dembélé y Griezmann que, pese a su exquisita técnica y juego vertiginoso, a la hora de la verdad, no han rendido tal y como se esperaba. Una alfombra de "grandes nombres" (incluyendo también el de Arturo Vidal pese a no desembolsar una gran cantidad de dinero) que ha sido utilizada para ocultar, debajo de ella, el polvo gris y sombrío del fracaso y la crispación de la afición culé de una forma vulgar y capitalista.

El caso de Griezmann, el más actual, es un claro ejemplo. Anclado en la banda izquierda ha debido cambiar, de forma radical, su juego. Desborda, busca siempre el mejor desmarque, se ofrece en defensa, siempre está en constante movimiento para desconcertar a las líneas defensivas del rival y, día tras día, mejora su juego sin balón. El problema: no destaca ni recibe, la gran mayoría de las veces, balones tras sus constantes desmarques. El Barça no ha conseguido amortizar, con el rendimiento del galo, los 120 millones que pagó por él. Parece como si el juego que le hizo ganar un mundial con Francia y ser el timón del Atlético de Madrid, se haya desvanecido como la brisa del viento en los días calurosos del verano.

La verdadera realidad, aunque no la quieran reconocer las altas esferas del club, es bien diferente a la que nos están encarnando mediante el fuego de la caverna. Incorporamos futbolistas, con menos o más calidad, sin importar el contexto futbolística y lo que el plan de juego -y esquema- pide en cada tramo del encuentro. Olvidamos también su edad (como en el actual truque Arthur-Pjanic), en una época donde el fútbol pide a gritos jugadores jóvenes, físicos y con capacidad de adaptarse a todos los escenarios. Algo que la Masia, como ya ocurrió durante la etapa de Pep Guardiola, puede aportar a coste 0.

Compramos piezas de calidad que, tras adquirirlas, no encajan en el engranaje principal pese a ser de una calidad mayor. La directiva quiere crear alrededor del Barça, una falsa apariencia exterior (mediante fichajes de renombre) para eludir todos los problemas internos del club, sin importar la adaptación de estos jugadores en el equipo. Quieren hacernos vivir acomodados en una realidad ficticia que, poco a poco, va marchitándose como una hoja caduca en otoño.

Necesitamos desatarnos de las cuerdas que mantienen prisionero al aficionado culé. Terminar con la ignorancia provocada por el fuego insaciable en hacernos creer que lo que hemos estado visualizando, hasta el momento, era la realidad. La luz y solución a todas las dolencias.

Mejor dicho, necesitamos que alguien nos saque del hoyo oscuro e irreal de la caverna. Un Platón que quiera de verdad salvar al Barça mediante el conocimiento. La solución pasa por el cambio de directiva o, a males menores, el "cambio de chip" de la actual. Se debe crear y confeccionar un once en función a lo que pida el juego y el entorno del once; no gastar grandes cantidades de fortuna en futbolistas de "alta gama" si, a la hora de la verdad, no se ajustan de forma óptima o tienen ya su edad.

Solo así, como dice Platón, pasaremos de la oscuridad a la luz y de la ignorancia al conocimiento.

Fuente: Forbes.com
Fuente: Forbes.com
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